No es sólo la hora a la que llaman lo que molesta, es también la segmentación de mercado que se hace. En realidad ¿existe una buena hora para llamar?, ¿es efectiva esta herramienta? ¿Por qué las empresas siguen insistiendo en molestar a los celulares si es la peor estrategia de marketing y comunicación?
Un miércoles a las 9 de la noche en una casa de familia con dos niños de 2 y 6 años, suena el celular de la madre, quien con una mano sirve la cena y con la otra le da de comer a su hijo, atiende a las apuradas y con pocas ganas. Del otro lado una voz le ofrece un servicio de acompañantes, un préstamo o un servicio de alarma. Nada de esto le interesa, y menos a esta hora. Resultado: cuelga rápido y de mal humor.
El jueves a las 5 de la tarde, una secretaria de un estudio jurídico atiende su celular y le responden del otro lado que el banco X tiene descuentos y promociones y si quiere conocerlos. Obviamente que no le interesa a esa hora y menos en su lugar de trabajo. Resultado: cuelga rápido y enojada.
Sábado a las 10.30 de la mañana suena el celular de una una profesional de unos 30 años que vive con su pareja y recién están tomando el desayuno. Con mucha pereza atiende su celular y del otro lado le cuentan de las últimas novedades para extender su seguro internacional. Resultado: cuelga enseguida sin que terminen de hablar.
El telemarketing en su modalidad invasiva es una de las herramientas de comunicación y marketing menos efectivas y más molestas.
El telemarketing en su modalidad invasiva es una de las herramientas de comunicación y marketing menos efectivas y más molestas. Interrumpir la rutina de las personas con llamadas no deseados, y que en la mayoría de los casos las personas atienden una llamada de un teléfono desconocido porque están esperando otra llamada de en particular, genera un rechazo inmediato. En un mundo donde la privacidad y el control sobre el tiempo personal son los valores más apreciados, estas prácticas no solo invaden la vida del receptor, sino que además crean una asociación negativa con la marca que las ejecuta. El problema se agrava cuando las llamadas no son atendidas por una persona, sino por una contestadora automática que da una sensación de impersonalidad y descuido.
La insistencia de algunas empresas en usar este formato, a pesar de su evidente ineficacia, refleja una desconexión con las preferencias actuales del consumidor. Hoy en día, las personas buscan comunicaciones más respetuosas, relevantes y personalizadas, y el telemarketing, lejos de cumplir con esos criterios, fomenta frustración y desconfianza hacia la marca. Insistir en un canal que genera rechazo no solo es contraproducente, sino que puede dañar la reputación de la empresa a largo plazo. Las estrategias de marketing deben adaptarse a los tiempos y optar por enfoques que respeten y valoren al cliente, como las Redes Sociales, el email marketing o el contenido relevante que aporte valor real. Seguir llamando a lo loco y a cualquier hora, más que una herramienta de comunicación se convierte en una granada que explota de forma lenta y sin pausa sobre la imagen de las empresas en la mente de miles de personas, a través del celular.
